PBRO. JOSÉ MARÍA FONTES ARRILLAGA






Nació en la República Oriental del Uruguay, en el pueblo de San Salvador de Tala (Dpto. de Canelones), el 4 de mayo de 1882. Fueron sus padres don José María Fontes y doña Mónica Arrillaga de Fontes.



Entró al Seminario de Conciliar de Montevideo, el 2 de enero de 1893.


Fue consagrado sacerdote el 1º de enero de 1905 por manos de 1er. Arzobispado de Montevideo, exclamo, Mons. Dr. Mariano Soler, que le demostró distinción y afecto.


Actuó de Cura Párroco de Santa Ecilda (1905-1908) 

El 26 de enero de 1908 tomó posesión del curato de Sarandí Grande, que desempeñó hasta su muerte, el 15 de diciembre de 1938.


El libro que su autor nunca vio. Fontes Arrillaga. 

Compilación de sus poesías y boceto de su autor por:

ARTURO E. XALAMBRÍ

Editorial Mosca Hermanos S.C.

Montevideo - (Uruguay)

1946

MEMORIAS DE UNA FELIGRESA

Entrevista realizada por A.T.A.

Era una tarde muy agradable. Yo quería evocar algo en el pasado de esta anciana venerable. Le pregunté directamente:

¿Qué recuerdos tiene usted, amiga del P. Fontes Arrillaga?

En verdad yo era muy pequeña en ese entonces, pero los recuerdos sobre su vida en la Villa fueron imborrables para todos mis mayores.

Duda un poco y luego comenzó a contarme.

Se podría hablar de Fontes Arrillaga como "el gran sacerdote". Fue un orgullo tenerlo como tal, porque era un cura de alto vuelo, muy inteligente, culto y de una grandeza increíble como ciudadano. Sarandí Grande fue bendecido por haber tenido siempre sacerdotes admirables como lo fueron José M. Freire, Mons. Pedro Barrera, el padre Roberto Nieto, el padre Pietro Gullo y hoy nuestro apreciado padre Erico Fecher que vela por la prolijidad del templo y las capillas de los pueblitos vecinos, atendiendo siempre las necesidades de los fieles con una sonrisa.

Fontes Arrillaga fue además escritor, un verdadero pastor que iba tras sus ovejas, su gente, como lo hizo Jesús. Reunía a jóvenes y niños y arremangando su sotana se ponía a jugar al futbol, jugaban a las cartas, se sentaba junto a los mayores y se divertían todos ayudando también a todo quien lo necesitara.

Continuó buscando en su memoria.

De entre sus cajones llenos de poesías escritas de puño y letra por él, surge luego de morir aquel libro al cual sus amigos titularon "El libro cuyo autor no vio". Sus restos descansan sobre un suntuoso panteón perteneciente a la familia de Rogelio Harrison, su gran amigo y colaborador. Harrison fue hombre político y una persona de bien, muy querido por todos pues hizo obras grandiosas para el pueblo mientras que su familia había entablado también buena amistad con Fontes Arrillaga. Era su segunda casa y lo invitaron a quedarse en su residencia luego que enfermó .

Y finalizó.


Nuestra Cripta tiene la entrada sobre la calle que lleva su nombre.